" No he tenido más vida que la que chorrea mi pluma. Y sin embargo aún os recuerdo, siempre silenciosas, siempre deliciosas, siempre inútiles. Eramos pequeñitas y no buscábamos nada que no guardáramos las unas en las otras. Cierto que no llegamos a conocernos, pero eso, sin duda, fue lo mejor. Con trece años una sólo espera adentrarse en el misterio del cuerpo."
Elsa Despina Araujo (Temuco, 1972) es una de las narradoras chilenas que más ha sorprendido en la última decada. Entregada en cuerpo y alma a la escritura automática recoge en sus novelas los párrafos menos significativos de sus sesiones sonámbulas (pues sólo escribe en ese trance que padece desde la infancia) reservando para su antología de poemas, aún no publicada, aquellos fragmentos más jugosos.
En "13 años Las cigüeñas" algo de inhóspito se cuela entre líneas, un vapor pegajoso que parece llevarnos a un mundo cerrado, húmedo e indolente. La historia de tres niñas pre-adolescentes conviviendo juntas en una gran mansión se entremezcla con el recuerdo envenenado que una de ellas parece relatar a alguien muchos años después de que un extraño suceso las separara definitivamente.
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